lunes, 16 de enero de 2012

Y USTED ¿QUÉ MODELO DE SOCIEDAD QUIERE?

Como un hecho coincidente en apariencia me han llegado varios correos y notificaciones de perfiles de redes sociales, en las cuales se hacen diversos cuestionamientos respecto al modo actual de vida que tenemos.

Algunos sólo se quedan en, digamos, un cuestionamiento crítico de formas, comportamientos y actitudes de vida que se han vuelto normales y ante las cuales reina la aceptación silenciosa o inclusive temerosa dado que detrás de este estilo de vida se encuentran individuos que conforman bandas criminales o redes delincuenciales que imponen su ley. Otros referencian artículos  que citan conceptos y propuestas un poco más heterodoxas ante las cuales también, por temor al cuestionamiento o inclusive a la burla de aquellos que hacen parte de esos modelos impuestos a las malas, se disuelven en el silencio.

Sea uno u otro el caso, lo que es claro es que no todo lo que algunos quieren imponer en una sociedad de consumo, velocidad, irrespeto por la vida e indolencia ante el dolor humano, es aceptado o agrada a otros grupos. Y la inquietud no es solo en nuestro país. La pregunta acerca de qué nos pasa como sociedad se extiende por diferentes continentes, como una llama similar a la que dio origen a la primavera árabe que tantos cambios está llevando a esa región.

Sin embargo, el silencio impera y la indiferencia deja que cada día mueran más personas debido a la inequidad y la desigualdad que los modelos de vida que ahora tenemos. En agosto de 2011, la revista Semana[1] publicó un especial multimedia denominado “Hambre en África: cuando el olvido mata” en el cual se hace referencia a la muerte de casi 30 mil niños en tres meses producto del hambre. Y uno se pregunta ¿cómo es posible que el mundo entero deje morir en ese corto tiempo a 30 mil niños y lo peor por hambre? Entre tanto destina millones de dólares en lujosos proyectos comerciales, de entretenimiento e inclusive, deportivos, cuyas ganancias benefician a unos pocos.

Pero no es sólo en África. Medellín, una ciudad extremadamente inequitativa, en un departamento inequitativo, ubicado en un país inequitativo, no dista mucho de la realidad que se vive en el continente de la pobreza. Basta con ver cómo a diario miles de personas derivan su sustento de actividades de comercio en los semáforos, la mendicidad o labores informales que no siempre garantizan el mínimo vital para subsistir y menos aún, la garantía del acceso a la salud y la protección. Entre tanto, algunos individuos devengan salarios de muchas veces el establecido como mínimo y mueven todo lo que está al alcance de su mano para mantener la condición de inequidad que los hace reyes en un país de pobreza.

Bien vale la pena que nos pellizquemos como sociedad y nos tomemos el tiempo para pensar cuál es el futuro que queremos dejar a nuestros hijos y nietos; si seguimos sembrando inequidad y en consecuencia aceptamos que viviremos y los condenaremos a ellos a vivir en un conflicto interminable o, por el contrario, nos tomaremos en serio el construir una sociedad de valores, de respeto por la vida, de igualdad en las oportunidades y ninguna tolerancia con la corrupción, el delito, la impunidad y las formas de vida que elogian a quien nada le importa su semejante y que no tiene escrúpulos para, parafraseando a Mafalda, “hacer fortuna volviendo harina a los demás”.

Por el momento, les recomiendo estas dos lecturas, que nos muestran la vida vista con otros ojos, que ven una vida diferente y que nosotros podemos ver también, eso sí, si estamos dispuestos a pensar con actitud de conciencia de civilidad, eso sí, si llegamos a tener tiempo, ese mismo al que se refiere con actitud irónica, Moussa Ag Assarid,  un tuareg del norte de Mali,  autor de "En el desierto no hay atascos", cuando señala: “Ustedes tienen los relojes, nosotros tenemos el tiempo”.

Los enlaces que les recomiendo son:




[1] SEMANA- Hambre en África: cuando el olvido mata. [Disponible on line] http://www.semana.com/multimedia-politica/hambre-africa-cuando-olvido-mata/4326.aspx

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