domingo, 29 de julio de 2012

LAS REDES SOCIALES Y LA CONSTRUCCIÓN DE SOCIEDAD.


Difícilmente hoy no pasa un día en el que no se hable de las redes sociales. Desde adelantos en dispositivos que ponen al alcance de todos el acceso a ellas, a través de aparatos que parecen salidos de películas de ciencia ficción,  a la publicación en diversos medios de videos, fotos o mensajes que circulan en las redes dando cuenta de uno u otro evento.  Fácilmente pasamos de los eventos de Egipto, Libia, los Indignados, a lamentables hechos como la masacre en el estreno de la película Batman.

En los casos de Egipto y Libia, los dispositivos móviles y las redes sociales fueron fundamentales para volcar a la población hacia las calles, fortalecer las protestas y finalmente tumbar regímenes que azotaban a estos países. Luego dejamos de escuchar acerca de estos sucesos porque han perdido fuerza e interés para los demás espectadores. ¿Acaso la falta de imágenes que alimentan el morbo de las personas respecto al sufrimiento y el dolor de otros seres humanos hace que cambie el objeto de interés? ¿O juegan aquí un papel importante las grandes cadenas de información que utilizan los comentarios, fotos y videos de los ciudadanos comunes y corrientes –deseosos de reconocimiento y los 15 minutos de fama a los que hacía referencia el artista Andy Warhol en 1968- dispuestos a entregar su material para que sea publicado pero a quienes no les interesa ir más allá?

Hago esta referencia porque, si bien mientras nos enteramos de los eventos de estos países, de las masacres en Estados Unidos, la muerte de numerosos adolescentes en una pequeña isla en Noruega a manos de un demencial individuo en un país caracterizado por una increíble tranquilidad y respeto de sus habitantes; poco sabemos de lo que pasa en Somalia donde 780.000 niños morirán de hambre si no reciben ayuda (bien vale la pena ver este artículo multimedia publicado por la revista Semana que hace referencia al tema http://www.semana.com/multimedia-politica/hambre-africa-cuando-olvido-mata/4326.aspx).

Estos si no son eventos a seguir en las redes sociales. Esto en el plano internacional.  Sin embargo en lo nacional las cosas no cambian mucho. Poco replican las redes la situación de Samaniego, en el departamento de Nariño, donde la población vive confinada debido a que está totalmente rodeado de minas antipersona. Poco recogieron las redes la crónica publicada en la revista Soho sobre Wikdi, un niño que vive en Chocó y que debe caminar cinco horas diarias para ir y volver a su escuela (ver la crónica en http://www.soho.com.co/zona-cronica/articulo/la-travesia-wikdi/25819), lo cual da cuenta que la realidad que viven otros colombianos es muy distinta a las últimas fotos de los famosos en Twitter o la actualización de su estado en Facebook.

Es bien conocido un video, que se actualiza con frecuencia, el cual  explica  lo que hoy ocurre con las redes sociales. Sin embargo, al verlo con detenimiento puede observarse que se centra en la tecnología y, con ella, en el aspecto comercial. 

Nada dice de cómo será la sociedad del futuro en tanto a temas de vida, educación, ciudadanía, participación, voto, ejercicio del poder, en fin. Al parecer seremos una sociedad de máquinas y de aparatos que controlan o hacen que otros tengan el control como en el libro 1984 de George Orwell donde un gran ojo vigilante detalla cada uno de nuestros movimientos.

Imagen de la película 1984*
Zygmunt Bauman, quien habita en el poblado de Leeds, reconocido pensador de origen polaco y nacionalidad británica, quien acuño el término “Modernidad Líquida”, señala que hace un buen tiempo atrás la pregunta que se hacía era “qué es lo que hay que hacer” en relación con la sociedad y el mundo. Como el lo señala, el mundo es impredecible, así que no sabemos qué va a pasar. Las redes sociales, así se especule acerca de su desarrollo, masificación o uso de dispositivos, tampoco están en capacidad de predecir el futuro.  Por ello,  cabe perfectamente la reflexión de Bauman sobre que ya no es preguntarse qué es lo que hay que hacer sino quién lo va a hacer.



En este sentido, cada día hay que preguntarse en las redes quién va a hacer algo que sea “digno” de publicarse en las redes. Pero más allá vale la pena preguntarse ¿Y ello qué efecto tendrá en nuestra sociedad, cómo nos afectará y luego qué más sucederá?

Y por ello, también es importante que nos preguntemos, en especial quienes tenemos como profesión la Comunicación –dado que tenemos relación no solo con los medios sino con las redes sociales y podemos generar discusión acerca de sus contenidos-, qué papel tendrán las redes en la construcción de un nuevo modelo de sociedad y sí se constituirán en la nueva herramienta de acción colectiva que ésta requiere.



Notas al pie: 






lunes, 5 de marzo de 2012

Crónicas rojas (Cuento)

Aquel día no llegó el periódico como habitualmente lo hacía todas las mañanas. Rodolfo buscó por todos lados pero no pudo encontrarlo. Miró en el porche de la entrada. También buscó detrás de la hilera de matas sembradas al frente de su casa. Por ningún lado pudo encontrarlo. En su rostro se reflejaba la preocupación.  Si sus vecinos lo hubieran visto, habrían pensado que esperaba una gran noticia. Algunos se hubieran aventurado a decir que esperaba noticias de la recuperación de la bolsa de valores. Otros pensarían que otra vez estaría maldiciendo por la derrota del equipo local, lo que era contradictorio porque nunca lo vieron celebrando sus victorias.

Seguía buscando con insistencia. Al final desistió. Con paso lento regresó a la casa y con cuidado cerró la puerta tras de sí, sin antes echar un pequeño vistazo hacia el antejardín tratando de ver si había dejado algún lugar sin revisar.

Llegó a su habitación. Organizó su ropa sobre la cama, esa que desde tiempo atrás había seleccionado y que hacia juego con el mobiliario de la habitación. Muchas veces imaginó la composición fotográfica en la que esperaba que el fotorreportero capturara la iluminación tenue, con una atmósfera de misterio.

Abrió el closet y de la parte superior tomó el álbum en el cual había organizado con rigurosidad y extremo orden las notas que desde hace años había coleccionado. Si algún experto de Medicina Legal revisara su colección, encontraría que era más preciso en cifras, fechas y detalles que lo que eran los informes oficiales.

Lentamente dio vuelta a las cientos de páginas que había acumulado. Pasó sin detenerse por algunas de las notas. En otras fijó su atención, como en aquel caso en que dos jóvenes adolescentes saltaron desde un puente justo antes de que llegara su padre. Ambos fallecieron y su muerte seguía siendo un misterio. Muchos se referían a muertes con armas de fuego, algo que nunca hubiera elegido pues detestaba las armas. También había numerosos datos con muertes al ingerir venenos, pero el dolor que provocaban al hacer efecto desfiguraba el rostro y por ello muchas veces debían sellar los cofres en los funerales para que los familiares no sufrieran una triste impresión al ver el cuerpo. Igual se detuvo en el caso del hombre que trepó a la torre de transmisión de energía cuyo cuerpo quedó mutilado al recibir la descarga de trece mil voltios y que dejó una impresión duradera en los que fueron testigos del hecho por el olor a quemado de la carne.

También revisó el caso del médico famoso que había consumido calmantes en grandes cantidades para atenuar el dolor que le producía el cáncer en su rostro y se había encerrado en el garaje de su vivienda y dejó encendido el motor de su BMW 350 hasta morir por inhalación de los gases tóxicos. Muchas veces había considerado que era un método riesgoso, tanto por las rigurosas exigencias ambientales que regían en la ciudad,  las cuales hacían que los vehículos fueran más amigables con el ambiente y porque alguien podría llegar a último momento y sacarlo del auto, para luego llevarlo a un hospital y terminar con lesiones neurológicas graves que lo dejaran convertido en un vegetal humano.

Recordaba la muerte de Amy Winehouse, que al igual de la de Marilyn Monroe se suponía se debía a una sobre dosis de alcohol y drogas. Sin embargo consideraba que esta era una muerte muy trillada y tampoco serviría en su caso: Siempre estuvo en contra del consumo de drogas.
Recordó el caso de la mujer que había llevado a sus hijos donde su mejor amiga y había tomado a su bebé consigo, para luego dirigirse hasta el gran puente que cruzaba sobre la bahía, para saltar desde una altura de 20 metros. Este estilo tampoco le agradaba. Por un lado temía a las alturas y pensaba, además, que era un acto cruel con el recién nacido que no tenía la culpa de las malas decisiones de los adultos. A ello había que agregar que algunas veces no se encontraban los cuerpos debido a las fuertes corrientes que, en particular en invierno, tenía este lugar.

Mucho le había impactado la muerte de aquella bella modelo que se había arrojado desde un séptimo piso en uno de los más lujosos barrios de la ciudad. Siempre se creía que mujeres como esta tenían una vida sin problemas,  poseedoras de todo lo que quisieran y que el mundo se tendería a sus pies. Bien sabía, dada su profesión de siquiatra, que este tipo de mujeres era altamente vulnerable, en particular debido a la presión que los medios ejercían contra ellas haciéndolas sujetos sin posibilidad de equivocarse, llorar o actuar como cualquier ser humano. Para su propósito este método tampoco servía porque además de vivir en un segundo piso, temía a las alturas como ya lo habíamos dicho.

Muchas otras notas relataban diferentes casos. Muchos de ellos con muertes tan comunes como insulsas en sus métodos. Inclusive algunas llegaban a generar dudas entre homicidios y la decisión de dejar el mundo por decisión propia.  Así que seguía pensando en forma clásica y con estilo que había elegido para su partida.

Por última vez se dirigió hacia la ventana. Miró a través de ella y revisó que en el piso no estuviera el diario de ese día. No podía creer que luego de tanto tiempo de recopilar las notas de suicidio que aparecían en la crónica roja, este día hubiera llegado, y que actuaría tal y como se lo había prometido a el mismo: Que cuando el periódico faltara a la puerta de su casa, sería la señal para una decisión que rondaba en su cabeza desde hace tiempo.

Aquel día no pudo contener más la idea de su obsesión. Se dio cuenta de que al final, tal y como algunas veces lo había temido y otras deseado, había llegado su hora. Entonces tomó la cuerda, hizo el nudo tantas veces ensayado, fijó el otro extremo al gancho que se encontraba empotrado en el techo de su habitación, ese en el cual fijaba su vista cuando llegaban las noches de desvelo, y cuidadosamente ubicó la silla bajo sus pies.  Su cuerpo sólo se sacudió dos o tres veces y luego se balanceó suavemente hasta detenerse; una imagen que registraban las películas en blanco y negro; esa que le gustaba porque tenía un estilo clásico, sin escándalo, sin ruido, sin manchas de sangre en el piso que eran difíciles de quitar, sin ruidos como los que hacen las armas de fuego. Hubiera preferido hacerlo como Will Smith en la película  Siete Almas, pero no tenía una bañera y tampoco le agradaban las medusas. Quería hacerlo al estilo clásico, ese que ya muy pocos elegían.

Sobre la mesa de noche quedó el libro con los recortes de la sección de crónicas rojas y su carta de despedida, donde lamentaba que ese día no llegara el periódico, el mismo que al día siguiente no podría leer  con la noticia de su muerte, donde por fin sería el protagonista.

Nadie le dijo que el camión que transportaba los periódicos se había accidentado a seis cuadras de su casa y que un mensajero venía de puerta en puerta dejando el diario del día, que en su página preferida traía la noticia del suicidio de Verónica, un linda joven que había decidido quitarse la vida porque su novio la había dejado por otra.  Lo había hecho de una forma muy común en la ciudad: Se había arrojado a las vías del metro, con su vestido de grandes puntos rojos que luego se confundieron con las manchas de sangre sobre el tapiz de pequeñas piedras que soportaban las traviesas de los rieles. Esa sería la última vez que se publicaría una nota sobre suicidas, porque a solicitud de la empresa de transporte, debido al incremento de muertes en el sistema y para no incentivar este tipo de muertes, este tipo de notas dejarían de registrarse.

lunes, 16 de enero de 2012

Y USTED ¿QUÉ MODELO DE SOCIEDAD QUIERE?

Como un hecho coincidente en apariencia me han llegado varios correos y notificaciones de perfiles de redes sociales, en las cuales se hacen diversos cuestionamientos respecto al modo actual de vida que tenemos.

Algunos sólo se quedan en, digamos, un cuestionamiento crítico de formas, comportamientos y actitudes de vida que se han vuelto normales y ante las cuales reina la aceptación silenciosa o inclusive temerosa dado que detrás de este estilo de vida se encuentran individuos que conforman bandas criminales o redes delincuenciales que imponen su ley. Otros referencian artículos  que citan conceptos y propuestas un poco más heterodoxas ante las cuales también, por temor al cuestionamiento o inclusive a la burla de aquellos que hacen parte de esos modelos impuestos a las malas, se disuelven en el silencio.

Sea uno u otro el caso, lo que es claro es que no todo lo que algunos quieren imponer en una sociedad de consumo, velocidad, irrespeto por la vida e indolencia ante el dolor humano, es aceptado o agrada a otros grupos. Y la inquietud no es solo en nuestro país. La pregunta acerca de qué nos pasa como sociedad se extiende por diferentes continentes, como una llama similar a la que dio origen a la primavera árabe que tantos cambios está llevando a esa región.

Sin embargo, el silencio impera y la indiferencia deja que cada día mueran más personas debido a la inequidad y la desigualdad que los modelos de vida que ahora tenemos. En agosto de 2011, la revista Semana[1] publicó un especial multimedia denominado “Hambre en África: cuando el olvido mata” en el cual se hace referencia a la muerte de casi 30 mil niños en tres meses producto del hambre. Y uno se pregunta ¿cómo es posible que el mundo entero deje morir en ese corto tiempo a 30 mil niños y lo peor por hambre? Entre tanto destina millones de dólares en lujosos proyectos comerciales, de entretenimiento e inclusive, deportivos, cuyas ganancias benefician a unos pocos.

Pero no es sólo en África. Medellín, una ciudad extremadamente inequitativa, en un departamento inequitativo, ubicado en un país inequitativo, no dista mucho de la realidad que se vive en el continente de la pobreza. Basta con ver cómo a diario miles de personas derivan su sustento de actividades de comercio en los semáforos, la mendicidad o labores informales que no siempre garantizan el mínimo vital para subsistir y menos aún, la garantía del acceso a la salud y la protección. Entre tanto, algunos individuos devengan salarios de muchas veces el establecido como mínimo y mueven todo lo que está al alcance de su mano para mantener la condición de inequidad que los hace reyes en un país de pobreza.

Bien vale la pena que nos pellizquemos como sociedad y nos tomemos el tiempo para pensar cuál es el futuro que queremos dejar a nuestros hijos y nietos; si seguimos sembrando inequidad y en consecuencia aceptamos que viviremos y los condenaremos a ellos a vivir en un conflicto interminable o, por el contrario, nos tomaremos en serio el construir una sociedad de valores, de respeto por la vida, de igualdad en las oportunidades y ninguna tolerancia con la corrupción, el delito, la impunidad y las formas de vida que elogian a quien nada le importa su semejante y que no tiene escrúpulos para, parafraseando a Mafalda, “hacer fortuna volviendo harina a los demás”.

Por el momento, les recomiendo estas dos lecturas, que nos muestran la vida vista con otros ojos, que ven una vida diferente y que nosotros podemos ver también, eso sí, si estamos dispuestos a pensar con actitud de conciencia de civilidad, eso sí, si llegamos a tener tiempo, ese mismo al que se refiere con actitud irónica, Moussa Ag Assarid,  un tuareg del norte de Mali,  autor de "En el desierto no hay atascos", cuando señala: “Ustedes tienen los relojes, nosotros tenemos el tiempo”.

Los enlaces que les recomiendo son:




[1] SEMANA- Hambre en África: cuando el olvido mata. [Disponible on line] http://www.semana.com/multimedia-politica/hambre-africa-cuando-olvido-mata/4326.aspx

martes, 10 de enero de 2012

Los otros actores del conflicto

Acaba de salir a la luz pública un nuevo pronunciamiento del jefe de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), alias "Timochenko", quien instó el lunes a entablar un diálogo "de cara al país" y "sin mentiras"[1].

Las comillas en las expresiones “de cara al país” y “sin mentiras” causan no sólo risa sino también indignación por la actitud cínica que ha caracterizado a estos individuos, reconocidos nacional e internacionalmente por su crueldad, mentira y su comportamiento terrorista que discrepan totalmente de su supuesta concepción política.

Su comunicado está lleno de reclamos al Estado, “verdades” acomodadas a su propósito y como es común en ellos, una auto presentación de su movimiento como redentores, cuando han sumido al país en un mar de sangre, destrucción y muerte.

Sin embargo, haciendo a un lado el discurso cínico y de propaganda de esta organización, las comillas de estas dos palabras deberían servir para una reflexión desde la sociedad acerca de qué tanto estamos preparados para un proceso de negociación y de qué tanto estamos dispuestos a construir un nuevo país en condiciones de equidad en un país considerado uno de los más inequitativos en un continente de iguales condiciones.

En el país siempre hemos escuchado acerca de unos determinados actores del conflicto, donde hoy día se mezclan peligrosamente no sólo movimientos guerrilleros con su tenebrosa evolución, sino también las organizaciones narcotraficantes, las bandas de delincuencia común y quienes se han desmovilizados y mutado de un movimiento a otros,  en una industria delincuente de proporciones inimaginables.

Pero hay otros actores que solapadamente conviven con nosotros, son nuestros vecinos, inclusive gozan del reconocimiento y respeto de la sociedad y cuyo comportamiento contribuye a mantener inalterables las condiciones que dan origen a el ciclo de muerte y destrucción en el que llevamos casi un siglo.

Me refiero a los senadores, ministros, gobernadores, diputados, alcaldes, concejales, funcionarios públicos, empresarios, representantes de la justicia, miembros de gremios, en fin, individuos que con su corrupción, maniobras soterradas, se roban el presupuesto público, se apropian del mismo u obtienen inmensos beneficios para sí mismos y para sus familiares y amigos. Esos que con sus hábiles maniobras manipulan los contratos, los presupuestos, las licitaciones, para lucro de estrechos círculos privilegiados que con su poder económico y de relaciones, expropian de sus tierras a comunidades pobres bajo argumentos de procesos de desarrollo amparados por el Estado (o debería decirse amparados por funcionarios corruptos de entidades públicas), que bajo artimañas jurídicas nunca cumplen los contratos que les son otorgados para desarrollar obras de beneficio a la comunidad que nunca se terminan y que dejan a pobladores sin agua, luz, alcantarillado, escuelas, hospitales, vías públicas, entre otros, condenándolos a pervivir en la miseria y la pobreza.

Esos mismos que con abogados prestigiosos (diríamos que su prestigio es directamente proporcional a su falta de escrúpulos) logran salir avante en cualquier proceso que se inicie en su contra, campeando así la corrupción gracias a la actitud indolente de jueces, fiscales y miembros de la rama judicial a quienes poco o nada les interesan las difíciles condiciones de vida de miles de colombianos; esos mismos que gracias al cinismo de empresarios y presidentes de gremios prestantes son condenados a vivir con salarios de miseria (ya quisieran ver muchos colombianos a esos mismos prestantes empresarios sobrevivir un día con lo que ellos dicen ya es mucho dinero el que reciben los trabajadores)

Y aquí podemos agregar a los sindicalistas, que con baja producción y, ahí sí, excesivas prebendas condenan a las empresas a su quiebra, mientras pregonan una ideología comunista en tanto puedan vivir como el más adinerado capitalista; que hacen parte de numerosas ONG’s que cuyo discurso es igual de perverso en tanto pregonan el respeto por los Derechos Humanos y el Derecho Internacional Humanitario, pero buscan que se mantengan el dolor  y la muerte para ellas obtener millonarias indemnizaciones por concepto de condenas contra el Estado (es decir contra todos los colombianos) y que nunca llegan a las víctimas que dicen defender. Pero esto merece una reflexión aparte.

En fin, sentarse a pensar un poco en este sentido debería ser un llamado para que ver qué país en el que queremos tenemos y el que estamos dispuestos a construir en un eventual diálogo de paz en medio de una guerra donde sólo vemos a unos actores pero donde convivimos con otros que nos condenan a muerte diariamente con sus acciones.




[1] SEMANA. 'Timochenko' insta a un diálogo "de cara al país" y "sin mentiras". Lunes 9 Enero 2012. Sección Nación. [Disponible on line] http://www.semana.com/nacion/timochenko-insta-dialogo-cara-pais-mentiras/170126-3.aspx

jueves, 5 de enero de 2012

Balas perdidas, ciudadanos perdidos

Diferentes opiniones ha generado la discusión acerca de la restricción del porte de armas en varias regiones del país, en particular en lo que se refiere al departamento de Antioquia y las ciudades de Medellín y Bogotá. Muchos ciudadanos consideran que la restricción de porte atenta contra el derecho de defensa que tienen las personas de bien frente al actuar de los delincuentes, más aún cuando es evidente la desconfianza que existe respecto al actuar de la Policía, pues el comportamiento de sus miembros dista de generar tranquilidad y seguridad.

Así mismo, es evidente que, como lo han señalado las mismas autoridades departamentales y municipales, los hechos delectivos y los incidentes donde, lamentablemente, las víctimas son niños y adultos inocentes, no se producen con armas amparadas sino con arams conseguidas en el mercado negro, hechizas y en todo caso ilegales.

Visto de este modo, la restricción del porte de armas a los ciudadanos de bien es como vender el sofá por la infidelidad de la esposa, pues no son éstos quienes cometen los delitos, más aún cuando en la ciudad se ha tenido noticia de asesinatos provocados con fusiles y armas con silenciador, las cuales evidentemente no son las que lleve cualquier persona, pues los fusiles sólo están en manos de la fuerza pública y los delincuentes (un ciudanano normal no obtiene permiso para este tipo de armas) y el uso de silenciadores está penalizado por la ley (un ciudadano normal no requiere silenciadores pues justamente es el ruido de la explosión del cartucho lo que ayuda a amedrentar al bandido).

Ahora bien, si en forma paralela a la decisión de la restricción del porte de armas se tiene pensada una estrategia de intervención de la fuerza pública para desarrollar operativos tendientes a allanar lugares donde se presume la presencia de éstas, su confiscación y la judicialización de los tenedores, esto tendría mayor sentido. No obstante no se ha escuchado que la medida vaya más allá y esté acompañada de una intervención integral.

En este sentido señalo algunas cosas que se me ocurren:
  • ¿Por qué no se hace un "empadronamiento" de las armas y se toman muestras de los proyectiles para crear una gran base de datos en la Fiscalía, que permitan la pronta identificación del arma cuando se producen lesiones por las mal llamadas "balas perdidas"?
  • ¿Qué formación, capacitación y evaluación de las condiciones físicas y mentales de los legales portadores de armas se hace con regularidad para tener un mayor control de ellos y garantizar una actitud más responsable frente a su tenencia, porte y uso?
  • ¿Qué medidas hay para controlar la corrupción de miembros de policía y de militares que proveen munición para estas armas? Los cartuchos no se consiguen en almacenes de cadena.
  • ¿Qué está pasando con la acción de inteligencia que debería proveer información para la prevención del delito y no, como ocurre actualmente, para capturar -si lo logran- a quien ya ha cometido el delito y ha causado lesiones o la muerte de ciudadanos inocentes? 
Finalmente, comparto la inquietud acerca de si este tipo de medidas no terminan haciéndole el juego a los terroristas que en una acción lenta pero permanente y con la complicidad de algunas autoridades y organizaciones disfrazadas de ONG's, buscan limitar cada vez más al ciudadano de bien con el fin de ponerlo a merced del bandido, bajo la trillada consigna de la defensa de los Derechos Humanos, cuando justamente su actuar apunta a la limitación cada vez mayor del derecho a la vida.